miércoles, 8 de abril de 2015

'¡Buenas! ¡Quiero ser Maestra! '


Ayer por la mañana en un colegio privado de cuyo nombre no me quiero acordar, y aunque la expresión no resulte a estas alturas original, pienso que si su autor levantase cabeza no se lo podría ni llegar a imaginar. Ya que eso no es posible algunos se han empeñado que lo hagan sus restos. Muy a mi pesar y a mi razonamiento al pensar. Pero claro, yo no soy nadie, aunque hay una diferencia significativa, mi prioridad no es precisamente todo monetizar. Eso es harina de otro costal, o no, según el objetivo que se quiera utilizar para mirar. Termino ya de rimar. He de reconocer que desde el otro día se me pegó algo del personaje de Lope de Vega y no es una manera peyorativa de nombrarlo. Lo digo por el pasaje del actor que lo interpretó en la serie española del momento 'El Ministerio del Tiempo' en su segundo capítulo. Este curioso producto audiovisual conjuga cultura española con entretenimiento. Además, el toque de humor con el que sus guionistas lo han dotado resulta acertado para no aburrir a su audiencia al mismo tiempo que aprenden acontecimientos culturales relevantes de la historia de España.

A lo que vamos. Esta mañana me topé en un colegio concertado en Madrid con una mujer que no llegaría a los cuarenta años a juzgar por su apariencia física y teniendo en cuenta que ésta engaña como se ha dicho toda la vida desde que tenemos conciencia. Charlaba animosamente con una o dos secretarias ¿Dos secretarias? Obviando el cargo que ocupasen, estaban las tres en la ventanilla de la conserjería del centro y le oí decir sin ningún tipo de pudor que ella estaba capacitada para trabajar de maestra allí. Al parecer su aval era un enérgico "se me dan bien los niños". Mire usted, como diría nuestro patriota más ilustre en vida, las cosas en esta vida no son tan fáciles. Puede uno ser válido para una profesión aún sin poseer el título que académicamente lo acredita si nos aferramos a lo estrictamente legal. Como debería de ser siempre, por cierto. La justicia que nos enseñan cuando somos pequeños - o que deberían enseñar en algunos casos si este proceso brilla por su ausencia - no debería ser una mera enseñanza teórica. Por ello estamos perdidos si sólo vemos que estemos sumergidos únicamente en una crisis económica. La crisis más grave actualmente es la de la propia humanidad que cada vez más está perdiendo el aprendizaje de valores como la ética - ya asistimos al bochornoso 'Debate del Estado para la Nación' por parte de algunos de sus participantes en el que no escatimaron en hacer uso de la demagogia barata y desviamiento de la atención cuando se le recordaba algún hecho en concreto- cómo y por lo que ya se sabe. 

Se me viene a la cabeza un caso concreto que además está de relieve últimamente con la exposición que la Biblioteca Nacional de España (BNE) ofrece en su Museo actualmente y hasta el próximo 31 de mayo. Me refiero a Santa Teresa de Jesús. Recordemos que fue una mujer del siglo XVI - que no es poco - , pensadora, escritora y que tuvo otras muchas facetas, todas ellas orientadas a las humanidades. Pues bien, este personaje histórico lo es porque dedicó casi por completo su vida al intelecto y llama la atención que lo hizo de manera autodidacta. Por su cuenta. Incluso Fray Luis de León - el cual daba clases en la Universidad de Salamanca - la admiraba a pesar del opuesto transcurso de sus vidas intelectuales en cuanto a la trayectoria que siguió cada uno para alcanzar más y más saber hasta el fin de sus días y aportar sus propias ideas fruto del trabajo.

Por todo esto creo que es necesario hacer un alto en el camino y distinguir el significado de los términos vocación y titulación por singular que resulte. Para ello nos servimos de la RAE. Basta con pinchar en cada palabra para que te redirija al sitio web de la institución más importante de la lengua castellana en España. Vocación y titulación pueden estar unidos. O no. Lo que me llama poderosamente la atención es que el pensamiento acrítico que protagoniza este caso concreto derive en la especulación de la intrusión en el campo de la educación como si fuese sumar dos más dos. ¿Somos realmente conscientes de la importancia de la docencia? Este tipo de situaciones es lo que en mi pueblo y en el de cualquiera con un par de luces -como también se dice allí - lleva a enunciar la popular expresión "Es para mear y no echar gota". Así, Sin mayores miramientos. Claro, directo y sin rodeos. Y digo yo ¿Tendrá solución la falta de ética para cualquier venidera generación? Este problema siempre ha existido a lo largo de la historia, obviamente. Los mundos perfectos no existen. Pero con reducirla nos conformaríamos los que pretendemos mejorar la sociedad en la que vivimos. Sé que es simple decirlo a la vez que difícil de actuar con eficacia al respecto. Para eso estamos, entre otras cosas, los que tenemos vocación por la educación. Siempre va a haber quien se complique más y quien lo haga menos. De todo ha de haber en esta vida.

Al escribir sobre este evento que viví en la mañana he recordado el artículo del ilustre Mariano José de Larra, 'Yo quiero ser cómico', en el que ridiculiza a un hombre que pretende ejercer la profesión que contiene el título del mismo sin tener ni idea de lo que significa. Lo más grave era que no la sentía como propia y únicamente buscaba el fin lucrativo como él mismo bien advertía. La ignorancia es atrevida. Volviendo al porqué de mi recuerdo hoy de este escrito y siguiendo esta línea satírica marcada en la obra de Larra, concluyo que si no nos tomamos con humor este y otro tipo de incongruencias humanas - por otra parte lógicas e inherentes a su existencia en cuanto a corrupción ética y moral en que deriva a menudo - tanto la sociedad en general como los que las plasmamos con letras en concreto, es posible que en algún momento dado nos planteemos el trágico final que le deparó al escritor romántico. A veces pienso que no es para menos y lo digo completamente en serio. Pero eso me dura un breve momento. Después me digo ¡Ni hablar! Valoro la vida, aunque a veces me desdiga ¿Y vosotros qué pensáis?

miércoles, 1 de abril de 2015

Semana Santa cultural

Procesión en una céntrica plaza sevillana la pasada Semana Santa 

Hoy comienza para muchos la Semana Santa de manera oficial. Esa festividad pseudo-religiosa para un gran número de los mismos - sé porqué lo digo - pero obviamente no todos, de una u otra manera es digna de admirar. Culturalmente es una tradición en España por su historia religiosa cristiana e independientemente del fervor real por la actividad que tendrá lugar estos próximos días, a ello aunque se quiera no se puede a día de hoy renunciar. 

De hecho atrae a muchos visitantes de toda Europa que además de venir a hacer el conocido como burdo turismo - como ya es habitual - se empapan de muchas - por no decir todas - las procesiones, por lo que algunos las saben apreciar. Sevilla estos próximos días, si nadie la contraria me quiere llevar, es la capital de España a nivel cultural. 

Curiosamente he vivido tres años allí y ni un minuto de las festividades compartí. Ahora en la distancia sé verle el lado bueno, aquí, desde Madrid. Volviendo a los pseudo-religiosos quisiera matizar, que a día de hoy muchas veces nada tiene que ver ser creyente con amante de la festividad, y paralelamente - la mayoría diría - dejando de la lado una u otra idiosincrasia, une un profundo amor de sus ocupantes o cercanos hacia esa belleza de ciudad.

En la vida, como a partir de esta mediodía en las carreteras del país, unos vienen y otros van. Fiel reflejo este artículo hoy día de nuestra llamada rabiosa actualidad.


Fuente fotográfica: República.com