Gabriel Naranjo Mancera (imagen de google)
En el año 2001 en el IES Meléndez Valdés (Villafranca de los Barros, Badajoz) y cuando apenas contaba con doce años, recuerdo que mi profesor de Matemáticas incluía en su propio libro de la asignatura textos breves titulados 'Reflexiones' ¿Reflexiones? ¡Pero bueno! ¡Pues sí! En pro de la interdisciplinariedad, en este caso de manera peculiar por aquello de combinar números y letras, valoraba el esfuerzo, ya que cada lectura, de carácter voluntario, muy importante también esto, era contabilizada en una hoja como décimas de nota mínima acumulable para el próximo examen. Desconozco el límite máximo de puntuación extra aunque no solía sobrepasar los dos puntos. Independientemente de lo cualitativo que supone tal contabilización numérica de esfuerzo, lo realmente importante era el proceso en sí.
Al escribir sobre esta buena práctica en las aulas - que debería ser difundida entre la comunidad docente,si no lo ha hecho ya, claro está - la idea central era la de resaltar el ingenio de mi profesor de Matemáticas (Gabriel Naranjo Mancera) que con su buena intencionalidad logró que sus alumnos recibiesen por una parte la enseñanza clásica en un campo del saber, y por otra la educación ética y moral que los razonamientos y moralejas recogían.
Esto me lleva inevitable e indirectamente a recordar la también labor humana de la mística y escritora española - entre otras vocaciones - Santa Teresa de Jesús y la exposición de la que es protagonista desde el pasado miércoles día 11. La colección sobre su vida y obra se encuentra en la Biblioteca Nacional de España (BNE), situada en Madrid. Pero eso es harina de otro costal. Ya para finalizar, sólo cabe añadir una frase más.
¡Chapó por los Maestros y Profesores con vocación en concreto, y por todos los que encuentran su pasión, sea cual sea!